[…] Lo primero que identifiqué, como seguramente hayáis adivinado, es que estaba en un estado vagal dorsal. Y que era este estado, y no otra cosa, lo que iniciaba y sostenía esta secuencia de interacción. Es decir, que yo andaba chungo y mi cuerpo emitía señales que hacían que todos a mi alrededor estuvieran afectados: mi hija, porque se sentía —seguramente— solita y y que le estaba tratando mal, y mi pareja porque estaría pensando cosas del tipo «ya le vale a este subnormal». […]
Seguir leyendo «A tortas con los dientes: una solución «