[…] aparece el síntoma, le damos sentido para digerirlo, nos calmamos, ese sentido coloca a la infancia como objeto de nuestro deseo, la infancia se rebela, no lo entendemos, nos angustiamos más, y esa infancia necesita repetir el síntoma para calmar nuestra angustia en el mismo juego, ya conocido. […]
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