[…] Y es que a Draghur le pasaba algo que nunca antes le había pasado a ningún dragón: Draghur no podía expulsar fuego por su boca. No podía señalizar su posición en la noche, no podía cocinar su comida, no podía jugar con sus amigos, y no podía hacerse valer. Porque no tenía fuego y sentía que nunca lo iba a tener. […]
Seguir leyendo «El dragón sin fuego y la bola gris «