Prometheus: un universo paralelo

[…] Prometheus es un mundo parecido al nuestro, pero con algunas salvedades. La clorofila es de color azul, el aire tiene menos densidad pero más concentración de oxígeno —por eso, descuida, que podrás respirar con normalidad—, la gente caga por los ojos y ve por el culo, por eso tienen una mirada más visceral, desde las tripas. […]

Vosotras no lo sabéis, pero a dos palmos de nuestro mundo está Prometheus. Prometheus es un universo paralelo, tan real como en el que estás, pero al que se accede a través de los frigoríficos. Saca la capa de escarcha y mierda adherida al fondo, y podrás ver una puerta. Traspásala —con cuidado de no arruinar la mortadela ni las cervezas—, y podrás entrar y flipar de lo lindo.  

Es un mundo parecido al nuestro, pero con algunas salvedades. La clorofila es de color azul, el aire tiene menos densidad, pero más concentración de oxígeno —por eso, descuida, que podrás respirar con normalidad—, y la gente caga por los ojos y ve por el culo, por eso tienen una mirada más visceral, desde las tripas. 

Y eso mola de lo lindo. 

No es un buen lugar para encontrar pareja. Es difícil reconocer a la gente con bragas en la cara, o calzoncillos cubriendo su cabeza y, al principio, se hace un poco raro mantener una conversación mirando fijamente al ojete de la persona a la que te refieres, pero es un lugar muy interesante para aprender sobre protección a la infancia. 

Sí, sobre protección a la infancia, porque, en Prometheus, hace ya 40 años que tuvo lugar una revolución muy significativa en lo que a protección a la infancia —y a sus familias, en Prometheus se habla de “protección a la infancia y a sus referentes de cuidados”— basada en una mirada menos intelectual y más desde las mismísimas tripas. 

Decidir acerca de la ley fue bastante sencillo. Lo complicado fue redactarla teniendo ojos en el culo. Obliga a mantener una postura forzada para mirar a la pantalla y, a la vez, teclear el contenido, por lo que, por motivos prácticos, se ha eliminado la paja que complicaba las cosas o carecía de sentido. 

No os voy a dar la brasa ahora sobre esa ley, que es bastante complicada, con sus prolegómenos hechos para abogados y burócratas, pero sí me apetece hablar de tres medidas clave que han obligado a reestructurar todo el sistema de protección, con excelentes resultados, a vista de culo. Todas tienen que ver con la declaración de desprotección y la ejecución de las tutelas administrativas. 

Pero antes déjame que te diga que en Prometheus también hay niñas y niños desprotegidos, con ojetes tristes, que necesitan que la administración pública se haga cargo de su realidad. Respetan a rajatabla el concepto de parentalidad social que establece que, cuando una niña o un niño no puede tener sus derechos y necesidades básicas cubiertas por parte de su familia, la administración pública —son un poco rojos, como los anos que abusan del picante, así que no te va a gustar si eres un neoliberal de ojete insensible y mustio— tiene la obligación de hacerse cargo de “ello”, pero no necesariamente “de ellos”. 

¿Lo pillas?

Que también tienen niñas y niños en centros residenciales, por supuesto, pero sólo se toman esas medidas cuando no queda más remedio, es decir, cuando se han agotado el resto de posibilidades, y no tanto como hacemos nosotros, que hemos llegado a utilizar —sin querer o queriendo— el recurso de las tutelas administrativas como excusa para no hacer los cambios que necesita la sociedad o, lo que es lo mismo, la infancia o sus familias. 

Que para eso gastamos una pasta en centros de acogida. 

¿Cómo lo hacen?

Lo han logrado de una manera bastante sencilla. Sólo han tenido que aplicar 3 normas básicas que han revolucionado toda la vaina: 

La primera, es que las personas atendidas en los servicios sociales tienen el derecho a elegir a los profesionales que les van a atender. Y a rechazarlos, en caso de que no complan sus expectativas, o no se ajusten a su demanda. Se trabaja sólo sobre lo que verdaderamente desean las familias, sin “redirecciones” de ningún tipo. 

La segunda, que para declarar una situación de desprotección es necesaria una auditoría externa e independiente que valore la relación que la infancia y sus familias tienen con las figuras profesionales que supuestamente la asisten, y de las figuras profesionales entre ellas. Saben, porque nos llevan kilómetros de ventaja, que la mayor parte de los procesos no fracasan por factores relacionados con la infancia y sus familias, sino porque no se les proporciona el apoyo que necesitan, o porque hay luchas de egos entre los profesionales intervinientes que emponzoñan los procesos. La idea es que, si no hay una relación de confianza, no puede valorarse como fiable la información recogida durante las sesiones, porque es significativa del estado de ánimo del momento, y no representativa de lo que realmente pasa en la vida cotidiana de estas personas. 

La tercera, que, en caso de asumirse una tutela, se abre —por parte del sistema judicial— un proceso de investigación sobre los profesionales implicados en la intervención con la infancia y su familia. Es un proceso no necesariamente punitivo, en el que se investiga qué se ha podido hacer mal, para evitar males futuros. La idea es que, un fracaso de estas características, en el que una niña o un niño ha quedado desamparado, no es sólo responsabilidad de la familia, sino también deis sistema de protección a la infancia, que no ha podido o sabido ofrecer los recursos necesarios para su estabilización, recuperación o compensación y, de ser así, debe garantizarse que no se cometa un error de las mismas caracterśiticas, por lo que, en caso de ser necesario, es la misma fiscalía quien apremia a la administración pública a crear los recursos necesarios para personas en esa misma situación o con similares condiciones. 

Por supuesto, las familias afectadas tienen un importante protagonismo en estos procesos. Se les hace caso, porque son las más interesadas en que cambien las cosas que les han causado daño a ellas y a los suyos. 

Yo, que he traspasado la nevera, y visto con los ojos de la cara todo esto, me he quedado estupefacto. Pero, sin duda, lo que más me ha sorprendido es ver a un juez dictar sentencia en contra de la Diputación Foral de Prometheus, calzoncillos de los blancos en la cabeza, con el culo en pompa y un agujero estratégico en la sotana, por el que se atisba un ojete inquisidor, captando todos los detalles de la vista: 

—Por la presente, se obliga a la administración a crear edificios para albergar a madres vulnerables junto a sus hijas e hijos, en los que existan servicios de apoyo no invasivos. La renta será acorde a sus ingresos reales, en un porcentaje que se revisará semestralmente del 20%. 

La vista… qué vista he tenido. 

Que Dios me ampare. 

Y que, por favor, me deje con el culo en su sitio. 

Gorka Saitua | educacion-familiar.com

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