Violencia divina contra la aniquilación total

[…] La aniquilación no es la muerte. Es peor que morir asesinado. Es la certeza de que no va a quedar nada de uno mismo, ni siquiera un recuerdo asociado a la propia identidad. Es caer en el más puro vacío. La disolución violenta final del ser en la negrura más absoluta, como consecuencia de la peor de las violencias humanas: la violencia existencial. […]

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