—¿Sabes qué te digo, Gorka? —dijo—. Que no quiero saber cuáles son los puntos de anclaje de mi hijo porque, si los conozco, voy a atacarle ahí mismo.

—¿Sabes qué te digo, Gorka? —dijo—. Que no quiero saber cuáles son los puntos de anclaje de mi hijo porque, si los conozco, voy a atacarle ahí mismo.