[…] El deseo no son más que nuestras necesidades internediadas por la relación con el otro. […]
No sé cómo ha sido tu experiencia, pero sí sé que, a veces, uno se encuentra tan solo que pierde el acceso al deseo.
Uno de siente tan diferente, tan extraño y tan aislado de todo el mundo, que parece imposible satisfacer las propias necesidades. Entonces, se pierde la capacidad de querer conseguir algo. Cuando el mundo es demasiado hostil o violento, se necesita un escenario alternativo para satisfacer las propias necesidades.
Porque un deseo no es sólo la expresión de una necesidad que nace de dentro. Para tener contacto con el deseo y llevarlo a cabo, es imprescindible el papel del otro. De esa persona que reconoce nuestro deseo y lo legítima como una necesidad humana, que nos ayuda a darle forma desde la experiencia de que él o ella es también una persona deseante, con otros deseos diferentes o similares al nuestro.
El otro es, también, una pieza clave para hacernos entender que lo que queremos está bien, es decir, que es algo legítimo y que merecemos. Esa es la fuerza que nos ayuda a frenar e idear un plan para obtener nuestros intereses y objetivos. Porque sólo se puede esperar y planificar cuando sentimos alguien —alguien significativo para nosotras o nosotros— valida lo que necesitamos y queremos.
El deseo no son más que nuestras necesidades internediadas por la relación con el otro.
Por eso, cuando no hay nadie para honrar, legitimar y desear lo mismo que deseamos nosotras o nosotros, se produce una ruptura que afecta a nuestra realidad interna y externa. No nos podemos relacionar con el mundo cuando estamos profundamente solos. Por eso, cuando las condiciones son demasiado violentas —nadie elige enraizarse con la soledad de esta manera—, necesitamos regresar a un estado más primitivo, en el que se pueden satisfacer nuestras necesidades pero sin tener contacto con una realidad tan hostil, ni con un otro tan violento.
Y eso es lo que explica el diagnóstico que te han puesto:
«Psicosis.»
Es un recurso que tenemos todas y todos para enfrentar la más profunda soledad. La que trunca nuestro acceso al deseo.
«Tu mente no está enferma, es víctima de una violencia extraña que coarta, bloquea e inhabilita su acceso al deseo.»
Haremos lo posible para que te sientas comprendida o comprendido y, sobre todo, acompañado en esto.
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Gorka Saitua | efucacion-familiar.com
