Carta a una hija a quien van a violar

Quiero que, a pesar del asco y el miedo que puedas sentir, puedas sanar y seguir disfrutando de toda tu libertad. 

He estado posponiendo este artículo, porque me resulta especialmente doloroso.

Repugnante.

Sin embargo, es algo que quiero que quede fijado en papel, como un compromiso.

Porque tú, y otras muchas niñas, os lo merecéis. Y no quiero flaquear con el tiempo.

Me gustaría decirte que vas a estar segura a los largo de toda tu vida. Pero no es así.

Estás expuesta a te violen.

A que abusen de ti.

O, en el mejor de los casos, a que sólo quieran hacerlo.

A que se pajeen imaginándolo.

Es una verdadera mierda.

Y eso no es el resultado de que haya unos cuantos locos sueltos, sino de que vives y vivirás en una cultura donde las mujeres están supeditadas a los hombres, y son tratadas como un objeto para satisfacer sus impulsos y caprichos, a menudo, a costa de su libertad.

Eso es la cultura de la violación.

Y vas a ser tratada, muchas veces, como un objeto de usar y tirar. Y, lo peor de todo, es que quienes te hagan tanto daño no van a sentir remordimiento, sino que además, se irán orgullosos a su casa, o a la lonja, a presumir de lo que te han hecho a ti.

Porque —salvo que haya muertas o sea muy evidente la brutalidad— el contexto premia de mil maneras el abuso sexual.

Y yo, que soy tu padre, lo tengo que ACEPTAR.

Sí, ése es mi compromiso contigo.

Aceptarlo. De mala gana, pero aceptar.

No me voy a comprar una escopeta, no voy a supervisar tus parejas, ni voy a estar recordándote todo el rato que te cuides de los lobos, porque eres una oveja apetitosa.

No me da la puta gana de andar así, ni de limitar de esa manera tu libertad.

Es mejor que los dos, tú y yo, aceptemos que TE VA A PASAR. Que vas a tener, como todas las mujeres que conozco, experiencias horrorosas en las que el miedo te va a bloquear. Y durante las que, lo más probable, es que él de rienda suelta a sus deseos y tú no te puedas defender.

Y lo más jodido es que por eso te vas a culpar.

Cuando eso pase, quiero que puedas recurrir a mí y sentirme a tu lado firme y en mis cabales. A pesar de lo que me pueda doler.

Entre otras cosas, porque TÚ NO ERES DE MI PROPIEDAD.

Quiero que puedas decirme qué te ha pasado, y quiero acompañarte, si es necesario, al hospital. Quiero que puedas llorar hasta romperte en mis brazos, sin sentir que yo me puedo romper. Quiero poder cuidarte también cuando te lo hagan pasar tan mal.

Y, sobre todo, quiero que, hagamos lo que hagamos, sigas sintiendo que el mundo NO SE DESTRUYE a tu alrededor. Que tu cama sigue siendo segura, y que tu madre y yo te miramos con el mismo cuidado y cariño. Exactamente igual.

Quiero que, en cuanto te repongas, puedas salir de nuevo a la calle. Quizás más asustada, más insegura, pero sabiendo que si te vuelve a pasar, tu refugio sigue intacto para que vengas a recomponerte y, si quieres, llorar.

Y que de ahí salgas recompuesta, fuerte, sana, como TE MERECES sentir.

Aunque el violador te haga daño, no quiero que nadie, ni él ni nosotros, te limitemos ni coartemos tu libertad.

Eso no va a pasar.


* Nota sobre la palabra "aceptar": Cuando hablo de "aceptar" el abuso o la violación, NO hablo de resignación, sino de todo lo contrario:

Me refiero a ser consciente de que se puede producir, para actuar decididamente y con seguridad para proteger a la víctima, detener al agresor y cambiar las estructuras económicas y de poder que lo hacen posible, a la par que preservar la libertad de las personas que lo han sufrido o lo pueden sufrir. 

Es todo lo contrario a la resignación, que se sustenta en la indefensión aprendida, porque es un hecho tan repugnante que nadie se atreve, normalmente, a hablar sobre él. Hay que romper el silencio. Porque sólo si aceptamos que PUEDE ocurrir, nos podemos defender y cambiar la realidad.

 

Referencias: 

DESPENTES, V. (2012). Teoría King Kong. Buenos Aires: El Asunto

BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (2009). Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa

FOCUAULT, M. (1975). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XX

VAN DER KOLK. B, (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Eleftheria: Barcelona

BACETE, R. (2020). Algunos hombres buenos. Barcelona: Península

En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

 

4 comentarios en “Carta a una hija a quien van a violar

Deja un comentario