Pensadores tangenciales: una necesidad

Necesitamos más personas capaces de enfrentarse a los propios para visibilizar la realidad.

Ayer estuve viendo en Youtube una conferencia de Tomás Abraham (1946) sobre Hannah Arendt (1906-1975), la filósofa que acuñó el término de la banalidad del mal, creo que en su libro Eichmann en Jerusalén.

Llegado a un determinado punto, Tomás Abraham hizo un paréntesis en su explicación, introduciendo un concepto —de otro autor, cuyo nombre ahora no recuerdo— que se me grabó a fuego: pensamiento tangencial.

En resumidas cuentas, una pensadora o un pensador tangencial es alguien que, formando parte de una determinada comunidad, es capaz de cuestionarla, asumiendo las consecuencias de sus actos.

Hannah Arendt, que era de origen judío, cubrió como periodista el juicio contra Adolf Eichmann cuando fue raptado en Argentina por el MOSSAD, y entregado a Israel.

Al parecer, en algún momento del juicio, salieron a colación las famosas leyes raciales de Nuremberg, en las cuales se establecía de manera rígida qué parentescos permitían acreditar a los alemanes la debida pureza racial.

Imaginad el contexto. Año 1960, apenas habían pasado 15 años desde el descubrimiento por parte de las fuerzas aliadas, de los campos de exterminio nazis; habían pasado sólo 12 años de la declaración de independencia del estado de Israel; y los judíos que habían decidido emigrar a dicho estado, se sentían fuertemente amenazados por sus vecinos árabes, en una escalada de tensión que culminaría en 1968 con la guerra de los 6 años.

En este contexto sociopolítico, a Hannah Arendt se le ocurrió la idea de visibilizar los paralelismos existentes entre las leyes de pureza racial de Nuremberg, y las fijadas por la propia religión judía para determinar qué parentesco otorga (o no) el judaísmo a un determinado descendiente.

Eso es una pensadora tangencial. Alguien capaz de situarse frente a la base segura que constituye su propia comunidad, con tal de visibilizar una realidad incómoda.

En nuestro contexto laboral nos faltan pensadores de este tipo.

Yo diría que no existen.

Estamos demasiado preocupados por defender nuestra pequeña porción de bienestar, de un contexto que sentimos como peligroso. Pero si algo hay de peligroso en dicho contexto, es precisamente la actitud de tantos profesionales que vemos, y callamos. Porque del bienestar del sistema depende el bienestar propio. No vaya a ser que agitemos demasiado la botella, y escupa el corcho.

Esto es justo lo que defendía Hannah Arendt en varios de sus trabajos: que el mal no necesita de demonios para aparecer o perpetrarse. Que, a menudo, las acciones más crueles y despiadadas no son el resultado de la acción de depredadores, sino de “padres de familia”, sin conciencia colectiva, preocupados por proteger su cueva y a su familia.

Pero quizás existan formas de resistencia —sí, de resistencia— que NO impliquen una oposición frontal ante el poder establecido. Que sean eficaces pero que no se sientan como amenazantes. Que sean contribuciones al bienestar de las personas a quienes acompañamos, pero sin confrontarnos. Por ejemplo, la difusión y la normalización de las buenas prácticas profesionales por todo el ciberespacio.

O, yo que sé, cualquier otra cosa.


En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Gorka Saitua

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

9 comentarios en “Pensadores tangenciales: una necesidad

  1. Anónimo

    Estoy de acuerdo contigo. Cuánt@s profesionales hay de todo tipo, médic@s, psicólog@s, educadores, etcc.. que siendo conscientes de dónde proceden tantas patología, que ven cómo aumenta día a día las enfermedades de todo tipo, incluídas las mentales (yo creo debido a este criminal sistema de socio-económicos que padecemos y a esta enferma sociedad) donde se sabe que uno de los medicamentos más vendidos es el orfidal (para poder sobrellevar el peso de la vida, tantas persona), donde se sabe que el índice de suicidio va subiendo…Pues bien, ante esto, son muy poco, los profesionles que, no digo yo que se atrevan a militar en causas que denuncien las causas de estas enfermedades y el malestar social que es muy amplio, sino que apenas los oyes decir nada de las verdaderas causas que enferman a las personas, sino que se emplean a fondo con los psicofármacos, a poner parches de todo tipo y ya esta. A tapar la herida como sea, sin querer pronunciarse sobre la raíz de la misma.

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  2. Hola de nuevo.

    Estamos viviendo un momento parecido al de obedecer al jefe o pensar por uno mismo y obedecer a la conciencia. ¿Que el jefe dice que hay que ir a trabajar y hay un virus que el 80% de la población está portando y puede salvar vidas el que te quedes en casa?. ¿Miedo al jefe? Eso no es miedo, eso es irresponsabilidad disfrazada de miedo, eso es poner el pensamiento en punto muerto y que otro piense por mi, y por si fuera poco parapetarme en el miedo como excusa. A las cosas por su nombre.

    ¿Obedeces al jefe, imitas al político o presidente que con todo el poder de su imbecilidad se ponen delante de una cámara sin respetar los consejos médicos?.

    Ahora es el momento de cumplir el «cree en ti», «tú vales», «confía en ti», «tienes el poder sobre tu vida», y todas esas frases. Y sobre piensa en los estudios científicos, en la investigación, y con datos actúa.

    No es héroe el que no va a trabajar y desobedece a un jefe desorientado, eso es ser un ser humano pensante. Tampoco es que haya que ponerse una medalla por ello.

    Sin más, me despido.

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