Aceptar las ideas feministas no es suficiente para los hombres que hemos sido criados en el orden patriarcal.
Soy un hombre con actitudes machistas, e ideas feministas.
Como tantos otros hombres que aceptan el hecho de que las mujeres sufren una violencia explícita, implícita y estructural, y que están dispuestos a defender la causa feminista en la escena privada y pública.
Sin embargo, aceptar las premisas y las conclusiones feministas me está reportando un gran sufrimiento que, en mi caso, se traduce en sensaciones de ansiedad y angustia, que a nivel del cuerpo se traducen en opresión en el pecho y, a nivel cognitivo y relacional, con una mayor rigidez.
Es algo que está afectando a múltiples facetas de mi vida, incluida mi relación de pareja, mi grupo de amistades y mi paternidad.
Ésta no tiene que ser una historia generalizada, pero es la mía y me apetece darla a conocer.
Quizás algún compañero pueda sentirse identificado conmigo, y acompañado en un camino que duele y agota pero —sin duda— merece la pena recorrer.
Es la noche del día 1 de enero —¡Feliz año nuevo!— y acabo de salir a la cocina a respirar. En la habitación donde duermo con mi mujer y mi hija se ha vuelto el ambiente irrespirable, pero sólo para mí.
Imaginad la escena. La peque muy activa; con mucho sueño, pero resistiéndose a dormir. Mi mujer, Mariña, con toda la paciencia del mundo, colocándola en la teta, está postura sí, está postura no, cantándole bajito y haciéndole suaves caricias para ayudarle a relajarse… Y yo rígido como una tabla de planchar, al lado, tratando de no molestar.
Porque, parece ser, si me muevo, ella pudiera interpretar que puede “haber fiesta”, y se podría despertar; pero algo nos dice que si me marcho podría ser peor porque me podría echar en falta y llorar.
Pero la clave no es lo que se ve, sino lo que ocurría en mi interior. A ver si sé contarlo.
En el barullo de cosas que me han pasado por la cabeza, estaba la idea de que no estaba cumpliendo —¡ni de lejos!— como hombre “deconstruído”, ni como el padre que me gustaría ser.
Esas ideas, cuyo origen son mis lecturas y “aparente” compromiso feminista, alimentaban mi sentimiento de CULPA que, a su vez, presionaba a mi NIÑO INTERIOR —que pedía espacio, libertad, comprensión y quizás algo de consuelo— a hacer las cosas bien.
Ese NIÑO INTERIOR, que tiene su historia, sus heridas y su dolor, no reaccionaba bien a las presiones de la CULPA, y reaccionaba exigiendo más, si cabe, que se cubran unas necesidades que estaban sin satisfacer.
La lógica con la que funciona nuestro cerebro tiene poco que ver con la razón práctica o instrumental.
Entraban así, los dos, en un círculo vicioso que yo, como el adulto supuestamente consciente que soy, no he sabido resolver. Y que ha tenido como resultado un incremento de la angustia y la ansiedad que, en momentos, ha llegado a doler.
No me extraña que algunos hombres sientan las ideas feministas como amenazantes, no sólo para sus privilegios o cotas de poder, sino también para su salud mental.
Se necesitan mayores y mejores políticas con perspectiva de género en atención primaria y secundaria de salud mental.
Pero eso no resta ni un ápice de valor a los movimientos feminista, ni a las ideas y valores que representan. Tan sólo apunta que aceptar [exclusivamente] las ideas no es garantía de cambio, a no ser que nos acompañemos de TERAPIA CON PERSPECTIVA DE GÉNERO, y una TRIBU DE HOMBRES SENSIBILIZADOS en la que apoyarnos y con la que compartir.
Sí, cuestan algo de dinero; pero, si no, lo vas a pagar.
Referencias: BACETE, R. (2017). Nuevos hombres buenos. La masculinidad en la época del feminismo. Barcelona: Península ALBERDI, C. (2001). El poder es cosa de hombres. Madrid: Esfera de los Libros NARDONE, G. (2009). Psicosoluciones. Barcelona: Herder SCHWARTZ, R.C. (2015). Introducción al modelo de los sistemas de la familia interna. Barcelona: Eleftheria WALLIN, D. (2012). El apego en psicoterapia. Bilbao: Descleé de Brouwer
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Sublime… Gracias, gracias, gracias… por compartir esto con el mundo.
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A ti, compañera, por ser tan agradecida. Por gente como tú se mantiene este trabajo.
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Que necesario visibilizar todos estos removimientos… gracias por compartir los tuyos
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De nada. Espero que sirva a alguna persona. Saludos!
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