En contra de la educación familiar 

El concepto de “educador familiar” es dañino para muchas de las personas atendidas en el sistema de protección. 

«Creemos que tu familia no es suficientemente buena. Que os falta mucho de aprender para dar a vuestros hijos o hijas una educación o crianza de calidad. Que les estáis haciendo mucho daño, con vuestras actitudes irresponsables e infantiles. Hacéis las cosas mal, y por eso os vamos a poner un educador familiar, que es alguien que sabe y os va a enseñar.» 

Nunca he pronunciado estas palabras.  

Sin embargo, TODAS las familias con quienes he trabajado en protección a la infancia las han escuchado en su interior. Una y otra vez, como un mantra que les persigue. Porque es la narrativa que hay detrás del concepto de EDUCADOR FAMILIAR 

¿Qué es para ti un educador? 

Si no tienes formación específica —y quizás también si la tienes—, te habrá venido a la cabeza algo parecido a un profesor particular. Y automáticamente, tu cerebro ha activado lo que llamo UN COMPLEJO, que es un sistema de ideas asociadas a un núcleo central, sin que necesariamente medie ningún tipo de lógica racionalidad. 

Pueden existir diferencias en función de la experiencia de cada cual, pero esas ideas pueden ser:  

  • Existe una relación de poder y sometimiento entre el educador y el “educando”. El educador hace obedecer; y el educador debe obedecer.  
  • El educador tiene el monopolio del conocimiento y del saber práctico, y lo sabe transmitir.  
  • El educando tiene la obligación de captar esos contenidos y hacerlos suyos, reproduciéndolos con la mayor exactitud.  
  • En el educador hay un “exceso” (de conocimiento, de saber, o de ejemplo moral); y en el educando hay un “defecto” (de madurez, de ignorancia o de necesidad de desarrollo moral).  
  • Y, sobre todo, que si de mayor necesitas uno, es que necesitas volver al cole, porque nunca has logrado salir de la infancia y de la ignorancia. Por eso ahora, “te tenemos que educar”.  

 Eso, y mucho más.  

Pues lo mismo pasa a las personas con las que trabajo en los servicios sociales especializados. No es casual que la primera parte de mi intervención sea explicar muy bien en que consiste mi trabajo, y deshacer, en la medida de lo posible, este MALTRATO INSTITUCIONAL 

Ay, lo que he dicho.  

Porque ante eso, lo normal, lo lógico y lo razonable, es que las personas SE PROTEJAN. Pero cuando la gente se protege, su cerebro y su cuerpo se sitúen en una ECONOMÍA DE MÍNIMOS, como si toda su sangre y sus recursos sean necesarios para luchar o huir. O se desconectan para no sufrir.  

Retomar todas sus capacidades cognitivas y afectivas implica recobrar una cierta SEGURIDAD sentida en la relación conmigo: el maldito “educador familiar”, y eso pasa por DECONSTRUIR mi profesión, expresando una narrativa real, con la que ellos y ellas se puedan identificar. 

«Todas las familias pasan por crisis. Pero algunas de esas crisis son especialmente dolorosas. Cuando el sufrimiento es excesivo, y desborda nuestra ventana de tolerancia, deja de funcionar nuestro cerebro, y se pone en “modo protección”. Esta forma de funcionar implica que todas y todos activamos los recursos que muy temprano, cuando éramos muy pequeñas o muy pequeños, nos ayudaron a sobrevivir.  

El problema suele ser que esos recursos que nos protegen, a menudo empeoran la situación, entre otras cosas, porque nos obligan a mirar nuestro propio ombligo, perdiendo de vista a los demás. Mi trabajo como especialista en acompañar a familias es ayudaros a todos vosotros, como unidad funcional que sois, a desactivar esas partes protectoras, y relacionaros de manera que os podáis pensar y sentir con mayor claridad. Mi esperanza es que hagáis un trabajo conmigo que os ayude a alcanzar mayores cotas de bienestar.» 

Bonito, ¿verdad? Pues no me conecta nada con el concepto de “educador familiar”.  

Seguro que no soy el único que se ha planteado esto. Lo garantizo. Mi pregunta es, sabiendo que hace daño ¿por qué seguimos utilizando este nombre para mi profesión? A fin de cuentas, existen alternativas, ¿no? 


Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

 

8 comentarios en “En contra de la educación familiar 

  1. Marta Y.M.

    Hola Gorka! Por fin he podido crear la cuenta y así leerte.
    Me parece muy interesante tu postura. No tengo claro si el cambio de nombre puede derribar las defensas de las familias… Quizá en una parte sí, otras creo que viven sumidas en un estado precontemplativo donde su caos es orden y los profesionales nos convertimos en algo ajeno que quiere tocarlo y por tanto, somos su principal problema. Y así te lo dice :mi único problema es tener que hablar contigo, no tengo tiempo para perderlo en esto, no sé para qué venís si aquí no tenéis nada que hacer…
    Lo que está claro es que el generar una alianza, una conciencia de problema y sobre todo una conexión donde pueda como mínimo empezar a mirar ese caos lleva muuucho tiempo y tiene que ser prioritario a decirle a la gente lo que se supone que tiene que hacer…

    Ojalá el tiempo que necesitan los mayores para sanar y conectar fuera más parejo al que precisan los peques para seguir siendo bien atendidos…

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    1. Gracias por tu comentario, Marta. Tienes razón. Habitualmente hay muchas cosas que dificultan los procesos en los que participamos. Lo que yo quería exponer es que trabajamos con personas que viven protegiéndose, y que son muy sensibles a las señales que anticipan el peligro. Y que nosotros, como parte de una institución que ya de por sí levanta ampollas, tenemos que ser muy cuidadosos con el lenguaje que utilizamos. Gracias por dedicarme tu tiempo. Un saludo!

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