Nos escribe Marta, de Oviedo. Marta se encuentra desesperada porque no hacerse con su bebé Óscar, de un año y 3 meses. Óscar ha sido identificado por el pediatra que le atiende como un niño “difícil de contentar”: llora con mucha facilidad, muchas veces de manera repentina, y resulta muy difícil contentarle. Además tiene serias dificultades para dormir, lo cual repercute en que esté más nervioso e irascible. Marta necesita una opinión profesional para saber por dónde tirar para que esta situación no acabe enquistándose y convirtiéndose en un problema. Y nosotros, como siempre, aceptamos el reto.
Los niños y niñas muy demandantes pueden resultar agotadores durante sus primeros años. Muchas madres y muchos padres se sienten culpables y desesperados porque, hagan lo que hagan, no consiguen calmarles. El tiempo pasa como horas a su lado, y parece que la vida gira en torno a evitar las situaciones que puedan desembocar en una pelea o un berrinche muy desagradable. Por supuesto, en estas condiciones es normal, habitual y comprensible tener la impresión de que se ha roto el timón y no tenemos el control del barco.
Es probable que, inmersa en toda esta situación, hayas optado por pedir consejo, o leer en busca de ayuda. En este caso, es probable que te hayas encontrado con gran cantidad de información que sorprendentemente a veces es contradictoria ¿verdad?
Permítenos que comencemos aclarando dos conceptos que consideramos importantes: los llamaremos berrinches y rabietas. Y en efecto, aunque a priori lo parezca, no son lo mismo.
Los berrinches son los estallidos que tienen los niños y niñas más pequeños, hasta prácticamente los dos años y medio. Gracias a los berrinches nuestros hijos e hijas dejan claro lo que necesitan o lo que quieren, sin que utilizar un lenguaje inmaduro o inexistente. Están muy condicionados por el carácter de los niños y niñas, y su frecuencia o intensidad depende más bien poco de las condiciones del entorno. Los berrinches responden sobre todo a una necesidad de comunicación, es decir, son la forma natural en que los niños y niñas transmiten su malestar.
Más tarde, entre los 2 años y medio y los 3 años, aparecen lo que hemos convenido en llamar rabietas. Las rabietas son también reacciones naturales y esperables en los niños y niñas, pero son mucho más susceptibles de verse condicionadas por el contexto y, por supuesto, de la respuesta que les ofrezcamos. En contraposición a los berrinches, las rabietas responden más a una necesidad de control. Son la forma más primitiva que tienen nuestros hijos e hijas para disfrutar de que consiguen lo que desean, y de manejar a los demás a su antojo.
Ambos, berrinches y rabietas, cumplen su función y son aspectos importantes de su desarrollo. No obstante, ambos se ven condicionados por el carácter innato de los niños y niñas, existiendo una gran diversidad en la forma de expresarlos.
Con todo ello queremos decir que, más que nos pese, no puedes hacer gran cosa para controlar o extinguir los berrinches de tu hijo. Lo normal y previsible es que, por mucho que lo intentes, obtengas pocos resultados. Pero es importante que te recuerdes a ti misma que por ello no eres peor madre.
Es muy frecuente entre las madres y los padres de niños difíciles de contentar que confundan lo urgente con lo importante. Lo urgente es la situación que hay que salvar en el momento, es decir, la crisis que se ha desencadenado (el llanto, la rabia, el miedo, la testarudez…); mientras que lo importante es ayudar a tu hijo o hija difícil de contentar a que aprenda a gestionar a medio y largo plazo lo mejor posible todas esas emociones tan intensas. En este último sentido, te podemos ofrecer algunos consejos que, seguro, os vendrán bien a toda la familia:
- Busca ayuda. Dice un proverbio africano que “se necesita toda una tribu para criar a un niño”. Y añadimos nosotros que más aún si tu hijo es difícil de contentar. Ningún adulto en solitario puede con un niño especialmente demandante, máxime si además, tal y como nos cuentas, no dispones de un tiempo mínimo de descanso. Los niños y niñas exigentes necesitan más que otros padres y madres que puedan estar con ellos con una postura especialmente atenta, que les permita discernir con claridad sus qué necesitan en cada momento, y pensar con claridad sin dudar demasiado. Es evidente que si te enfrentas con pocos apoyos a estas dificultades, estarás más nerviosa y ansiosa, y eso no te ayuda en nada para establecer una relación en que tanto tú como tu hijo os podáis sentir seguros. Y es que las emociones intensas anulan nuestras funciones ejecutivas: atención, reflexión y empatía.
- Deshecha algunas ideas erróneas asociadas con la crianza. Por ejemplo, que tu hijo sea más demandante contigo que con su abuela o con las personas que cuidan de él en la guardería, no significa necesariamente que tú estés haciendo las cosas peor que ellos, sino más bien que, probablemente, él sienta que tú le prestas más atención y estás más presente para satisfacer sus necesidades.
- Replantéate tus objetivos. En tu correo electrónico nos manifiestas que tu prioridad en el momento actual es controlar los berrinches de tu hijo. Esta es una empresa abocada inevitablemente al fracaso. Como dice un conocido refrán, “no se pueden poner diques al mar” o luchar contra la naturaleza. Es mejor que dediques tus esfuerzos a cuidarte, contar con ayuda, y a pensar sobre cómo deseas planificar tu futura crianza para hacer de tu hijo una persona más sabia, más fuerte y más amable, o como solemos decir nosotros, más resiliente.
- Disfruta de algún tiempo de desahogo. Es importante que te permitas cuidarte a pesar de toda la carga de estrés que soportas. Como ejemplo te diremos que nosotros no somos, como norma general, partidarios de que los niños y niñas vayan a la guardería, salvo cuando sea estrictamente necesario. No obstante, no pensamos que este criterio sea aplicable para los niños y niñas difíciles de contentar, para quienes es más prioritaria la calidad que la cantidad del tiempo que pasan con su madre. Y a no ser que seas una persona con poderes sobrenaturales, es muy probable que tu capacidad de atender a tu hijo esté muy mermada si te encuentras agotada o presa de emociones como el enfado, la tristeza, la culpa o el miedo a estar cometiendo errores. Descansa. Y descansa más que otras madres, porque probablemente lo necesites más que ellas.
- Genera estructura. Esta es una de esas cosas que es muy fácil de decir, pero muy difícil de cumplir. Los niños y niñas difíciles de contentar necesitan, mucho más que otros niños unas rutinas que los contengan. Pero por rutinas no sólo nos referimos a horarios de sueño, de las comidas, del baño u otros sucesos que acontecen durante el día; sino que también es muy importante que todos los adultos que les cuidan les ofrezcan una respuesta consensuada a sus berrinches o “secuestros emocionales”. En este sentido, suele ser recomendable que hables con la guardería, y que te pongas de acuerdo con su profe sobre cómo organizar su tiempo y responder a sus demandas. Habla también con tu pareja, e intentad entre ambos acordar cómo enfrentar todos estos momentos que os resultan complicados. Pero ¡ojo! Esta tarea puede ser especialmente difícil, porque seguramente a ambos no os funcionen las mismas estrategias. ¡Parece que lo pone difícil a propósito!
- Recuérdate a ti misma que los berrinches no le hacen daño. Probablemente habrás leído reportajes y artículos que inciden por activa y por pasiva en la necesidad que tienen los niños y niñas pequeños de ser calmados por los adultos que cuidan de ellos. Sobre lo importante que resulta todo ello como sostén básico de su futuro desarrollo. Y es que es muy importante que los niños y niñas adquieran una seguridad de base que viene dada por la sensación interiorizada de que cuando algo malo me ocurre, hay un adulto que se moviliza y responde, y que me ofrece lo que necesito en cada momento. Pero no te confundas al respecto. Que tu hijo se active más que otros niños y responda de manera exagerada es consecuencia sobre todo de su carácter, y probablemente no de que esté expuesto a una insatisfacción constante o a un estrés que pueda hacerle daño. Tu hijo soporta el mismo tráfico que otros niños, pero lamentablemente su bocina suena mucho más alto.
- Ten en cuenta que no todo en las necesidades de tu hijo son las necesidades de apego. No sabemos si es tu caso, pero tenemos constancia de que muchas madres y muchos padres de niños y niñas muy demandantes tienden a reaccionar ante los berrinches de ellos y ellas acercándose a ellos y dándoles lo primero que les sale, es decir, cariño y consuelo. Esto muchas veces está muy bien y es una decisión acertada, pero a veces los niños y niñas necesitan espacio y distancia para calmarse. Observa a tu hijo con atención antes de tomar la decisión de qué es lo mejor que puedes hacer para que se calme, seguramente encontrarás señales que te permitirán intuir qué es lo que necesita en cada momento. Si consigues acertar más a menudo, se sentirá algo más seguro y es posible que se muestre (sólo) un poco menos irritable.
- Es importante que asumas el hecho de que estas condiciones iniciales no predicen de ninguna manera el futuro. Es probable que estés pasando por una situación difícil, pero recuerda que no hay razones para pensar que todo esto se enquiste y permanezca fijado en el tiempo. Muchos niños y niñas difíciles de contentar son en el futuro niños, niñas, adolescentes y jóvenes tranquilos, con quienes sus padres y madres pueden tener una relación muy satisfactoria. Si esta es tu prioridad, puedes seguir los consejos de nuestro blog, donde te garantizamos que encontrarás consejos y materiales con plenas garantías de que sólo te aportarán beneficios.
- Controla su nivel de activación, y no pierdas el tiempo intentando que retome el control cuando sus emociones le han secuestrado. Es prácticamente imposible que un niño, niña o adolescente atiende a las palabras cuando su “cerebro reptiliano” ha tomado el control de toda la maquinaria. Es como si sus oídos se cerrasen, y perdiese toda la capacidad de atención, escucha o pensamiento. No le hables ni intentes explicarle las cosas, eso sólo puede llevarte a que te frustres y salgas peor de lo que has venido. Es mejor que te hagas presente en su malestar con firmeza y cariño, por ejemplo, conteniéndole con un abrazo.
- Potencia los buenos momentos. Si te encuentras con apoyos suficientes y más descansada, sentirás que el cuerpo te pide disfrutar más de la relación con tu hijo. No te cortes y saca el máximo provecho a este tiempo. Lo más importante que puedes ofrecer a tu hijo ahora es una relación cálida y cercana, que le ofrezca seguridad para crecer y avanzar por buen camino. Y eso es, en verdad, independiente de todas esas islas de malos momentos.
Si no te sientes con fuerzas para seguir nuestros consejos, o si las cosas se complican, recuerda que siempre puedes recurrir a la ayuda de un orientador u orientadora familiar. Muchos padres y madres en tu situación necesitan de una opinión profesional para tener la seguridad o plenas garantías de que van por buen camino.
Gracias por escribirnos Marta, y por confiar en nuestro criterio. Recuerda que puedes dar a “me gusta”, compartir, y escribir en los comentarios. Estaremos encantados de responder cualquier duda que te plantees, o comentar cualquier idea que hayas decidido poner en macha.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com